Puse mis ojos en tus labios
que temblaban sin sonido,
más que el tren que te alejaba
de este infierno una vez más.
No quise mirar más alto
por temor a quedar ciego.
Sin poder más que llorarte,
sin poder ni respirar.
Fuí como un barco a la deriva,
no había consuelo,
no había ni puerto, ni luz.
Que me guiara a tus besos.
Perdí la calma y el deseo,
y me hundí en un mar de ensueños.
Tuve sed de besos cortos
con el cielo, y me estrellé.
Yo fuí quien inició el fuego
y derritió nuestras alas.
Ahora guardo las cenizas
de lo que hubo alguna vez...
Fuí como un barco a la deriva,
no había consuelo,
no había ni puerto, ni luz.
Yo me arrastré hasta tus besos...
Me daras mil hijos.
lunes, 20 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario